domingo, 31 de julio de 2011

Anumerismo y responsabilidad

Cubierta fotovoltaica de la Plaça de Catalunya de Figueres, vista desde abajo. Foto de la página web de Oscar Guayabero, http://www.guayabero.net
 
Queridos lectores,

Dado que estos días estoy de asueto estival voy a hacer un post cortito que hace tiempo que quería escribir, para ilustrar con un ejemplo concreto hasta qué punto muchas veces nuestros líderes hacen un diagnóstico correcto de los problemas a los que tenemos que hacer frente pero su manera de proceder delante de problemas reales es no sólo poco práctica sino complemente inadecuada, incluso cuando actúan en la dirección correcta. Vayamos con el ejemplo.

Desde hace unos meses la Plaça de Catalunya de Figueres, localidad catalana donde resido actualmente, tiene una flamante cubierta fotovoltaica que proporciona sombra a los comerciantes que se sitúan debajo de ella los días que hay mercado o los mercadillos de antigüedades, y electricidad gracias a los paneles que hay situados arriba. Dada la situación de crisis energética en la que nos vemos envueltos parece que el Ayuntamiento de Figueres, promotor de la obra, ha demostrado tener una gran sensibilidad con esta actuación. Pero, ¿verdaderamente era ésa la mejor actuación posible en función del coste que ha tenido? Para poder valorar la bondad de la obra no hay como tomar los números que el propio Ayuntamiento de Figueres pone a disposición de sus ciudadanos en la página web que tiene dedicada a esta cubierta fotovoltaica; todos los datos que siguen han sido extraídos de ahí. La obra en cuestión ha costado 2.077.400,35 euros y el Ayuntamiento estima que la electricidad que permitirá generar las placas fotovoltaicas representarán un ahorro anual de 37.000 euros (se entiende que a precios actuales). La primera pregunta que se puede hacer uno es en cuánto tiempo la producción eléctrica pagará toda la obra; tirando de calculadora al dividir la primera cifra por la segunda se obtiene que la obra tiene un payback time, o plazo de recuperación de la inversión, de más de 56 años. Teniendo en cuenta que la vida útil de un panel fotovoltaico típico es de 30 años eso quiere decir que las placas no durarán lo suficiente como para recuperar la inversión. Bien es cierto que una parte sustancial del coste de esta instalación es atribuible a la estructura de vigas y pilares de acero que soporta las placas, pero teniendo en cuenta lo que suelen durar las construcciones  dentro de 50 años seguramente se considerará también agotada su vida útil. Se ha de hacer notar que el techo de esta cubierta es muy elevado para evitar que los edificios colindantes proyecten su sombra sobre las placas; además, la superficie total cubierta es grandiosa: 1,173 metros cuadrados. Ambos hechos hacen que la estructura sea por tanto más grande y costosa, y eso es lo que habrá hecho que el precio se dispare de la manera que lo ha hecho. La conclusión es en todo caso que estamos delante de una instalación que en principio pretende ser una fuente de energía (si se ha elevado tanto la cubierta y se ha abarcado tanta superficie es a este fin, puesto que anteriormente a esta cubierta había dos marquesinas de mucha menor alzada y superficie que ya daban suficiente cobijo al mercado), pero que desde el punto de vista económico, con los mismos números que da el Ayuntamiento, no se puede justificar. Ok, pensemos que desde el Ayuntamiento hay una no ya grande sino inaudita sensibilidad respecto al problema de la próxima escasez energética, y que hayan decidido hacer una instalación estratégica para Figueres aunque económicamente no sea justificable hoy en día, simplemente porque quieren garantizar que en el futuro habrá un suministro adecuado de electricidad para la ciudad. Veamos. Resulta que el propio Ayuntamiento estima que los paneles producirán unos  127 megavatios·hora por año. Puede parecer mucho, pero si lo expresamos en términos de potencia media equivalente a esta energía producida anualmente (simplemente, dividiendo los 127 megavatios·hora por las horas que tiene un año, 8,760) nos encontramos que esta potencia media es de aproximadamente 14,5 kilovatios. Evidentemente habrá momentos en que las placas proporcionarán 0 kilovatios (por la noche, obviamente) y otros en los que quizá produzcan 50 ó 60 kilovatios, pero en media los 1,252 metros cuadrados de paneles orientados hacia el Sur nos darán 14,5 kilovatios. Eso en España viene a ser como la potencia contratada por 3 ó 4 pisos y como el consumo medio de 8 o 10 pisos, así que nuestra gigantesca placa podrá dar suministro a uno de los bloques de pisos que tiene enfrente; pongamos que a unas 40 personas, 1.000 veces menos que la población actual de Figueres. Por tanto, desde el punto de vista de la seguridad en el suministro esta inversión tampoco parece especialmente justificada.


Tenemos que esta costosa y voluminosa instalación es en cuanto a fuente energía deficitaria en términos económicos (otra cosa es su valor para usos comunitarios, aunque lo que había antes ya cubría bien su función) e insuficiente como garantía de suministro. La pregunta obligada por tanto es: ¿qué sentido tenía hacer esta obra? Y estoy seguro de que el Ayuntamiento de Figueres es, de todos los de Cataluña, de los que más sensibilidad tiene en temas medioambientales y de sostenibilidad, pero, sinceramente, no sé quién asesoró al concejal de turno que tomó la decisión de emprender esta obra. Lo curioso y paradójico de esta situación es que un simple vistazo rápido a los números que publicita el Ayuntamiento muestra lo absurdo de esta actuación. Es decir, los mismos números que enarbolan para vanagloriarse (y, por qué no decirlo, en un ejercicio de transparencia que les honra) muestran lo equivocados que están. Dado que los números están a la luz estoy convencido de que nadie ha reparado en que no cuadran. ¿Qué problema hay aquí, entonces? Uno del que hemos hablado frecuentemente: el anumerismo.


Resulta que en una sociedad tan tecnificada como la nuestra, aparte del analfabetismo funcional de tantas personas embelesadas por los medios de distracción de masas, existe otra forma perniciosa de analfabetismo, el analfabetismo aritmético. La gente no es capaz de hacer operaciones sencillas, comparar cantidades, tener una idea grosso modo de cuántas veces una cantidad contiene a otra, ver a primer golpe de vista si algo es muy grande, muy pequeño o está groseramente en el intervalo adecuado. Dado el general desprecio hacia la cultura por mor de la consecución de un status más elevado y la despreocupación ciudadana general hacia los problemas que más de cerca les tocan (lo que les hace incapaces de entender el Oil Crash como también otros muchos problemas), es normal que las actividades de las ramas científico-técnicas, las matemáticas en particular, y más en particular las habilidades aritméticas sean prácticamente desconocidas por el hombre común. Lo cual es grave, porque no se puede ser plenamente ciudadano sin comprender la realidad de la ciudad en la que vives, y un hombre desprovisto de matemáticas es, en muchos aspectos, un hombre indefenso. A mayores, ha querido una concepción errónea de la educación tan cara al sistema español el hacer una división radical entre las llamadas Ciencias y las llamadas Letras, con el agravante de  que los que mayoritariamente se forman para el servicio público y el liderazgo político provengan de estas últimas y sean perfectamente legos en el manejo de los números. Sin embargo, tales deficiencias son hoy en día inaceptables, y tanto más que para poder lidiar con una realidad cada vez más compleja, donde el crecimiento económico no se puede dar por garantizado, se ha de ser mínimamente versado en el cálculo más básico. De otro modo, ¿cómo se pueden tomar decisiones de gran calado de manera responsable si no se entienden los aspectos más fundamentales? Seguramente, una mayor seriedad, un mejor ejercicio de la responsabilidad, una mejor comprensión de las matemáticas más básicas, haría comprender que es flagrante que no se puede crecer indefinidamente y encima a un ritmo exponencial en un planeta finito; y haría que se dejasen de decir expresiones absurdas como "recuperar la senda del crecimiento" o "crecimiento sostenible".


En los tiempos de la Gran Escasez que ya algunas personas destacadas vaticinan el listón de exigencia para nuestros líderes estará inevitablemente más alto. Si algún alcalde o concejal de alguna localidad da en leer estas lineas le animo cordialmente a que lea "Por qué los políticos no entienden el Oil Crash", y allí comprenderá la gravedad de lo que le espera y de lo que se espera de él. Porque cuando los recursos ya no sobran no nos podemos permitir el lujo de perder uno o dos millones de euros en un proyecto inútil.

Salu2,
AMT

lunes, 25 de julio de 2011

Status y cultura


Queridos lectores,

Una vez más cedo el espacio de hoy a Juan Luis Chulilla, el cual ampliará más la discusión previa que presentó en el post "Peak Oil y status social: cuando nuestras raíces juegan en nuestra contra".

Salu2,
AMT

 
Es posible que algunos os quedarais del post anterior con una impresión pesimista, incluso fatalista: si nuestro comportamiento consumista depende del status social, y el status es un motor fundamental para la acción de los individuos que hunde las raíces en nuestros instintos, ¿hay alguna esperanza?

Pues sí, la hay. Y nace de la asimetría entre instinto y cultura, y de superar nuestro etnocentrismo y cronocentrismo. Vamos por partes:

1) El instinto es universal. Somos una sola especie, y salvo diferencias regionales menores, desde el tono de piel, la tolerancia al alcohol o a la lactosa, compartimos toda la herencia genética. Uno de esos instintos es la organización social por status en competencia: al igual que los demás mamíferos sociales, uno de los puntales más importantes de la organización social es la competitividad por alcanzar o mantener una posición dentro de un grupo dado.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que no podemos encontrar instintos “puros” en el ser humano, sino que siempre van a estar fuertemente mediatizados por la cultura - incluso el instinto de supervivencia, siendo tan poderoso, encuentra multiplicidad de matices culturales, desde las acciones, ritos y ahora deportes de riesgo, hasta el suicidio ritual. El status es básicamente cultura - a partir de un cimiento instintivo, cada sociedad construye unas pautas y valores por las que los individuos alcanzan o mantienen una posición dada.

La asimetría viene dada por el hecho de que compartimos el mencionado instinto hacia el status, pero en cada sociedad y en cada momento histórico lo expresamos de una manera diferente... muchas veces, radicalmente diferente. Por ejemplo, en nuestro Siglo de Oro, el trabajo, especialmente el trabajo manual, era muy negativo para el status: era lo que se conocía como deshonra moral del trabajo. El hidalgo antes reventaba de hambre, o iba desnudo bajo su capa, que rebajarse a trabajar. O también, en las sociedades judías más conservadores, el status más elevado se alcanza a través del estudio, de manera que quien logra ser un gran erudito de los textos y leyes canónicas se posiciona dentro de la élite de esa sociedad. El comerciante, de estatus limitado antes de la Edad moderna, tiene hoy como techo de status sus logros económicos.

En resumen, la presión por competir por status va a estar siempre presente, pero se va a manifestar de muchas formas diferentes.

2) El etnocentrismo es la creencia de que los valores, características y peculiaridades de nuestro grupo es superior a los de los otros grupos, sociedades y culturas humanas. No tenéis más que pensar en los chistes de “va un alemán, un francés y un español”, o en la ingente variedad de tópicos (la inmensa mayoría, negativos) que tenemos acerca de otras culturas, o en los tópicos positivos que tenemos sobre nuestra cultura (“aquí se vive o se come como en ninguna otra parte”, p.e.). Chovinistas lo somos todos, del neoyorquino al esquimal.

Además, y dejando romanticismos aparte del tipo de “cualquier tiempo pasado fue mejor”, lo cierto es que los logros materiales y hasta morales de nuestra época (de la sociedad de consumo a la democracia, la mejora de los derechos de las mujeres, etc.), nos tientan a ser etnocéntricos no respecto a otras culturas, sino respecto a nuestros antepasados. Y no sin razón, si pensamos en infanticidio, hambre o analfabetismo. Sin embargo, este cronocentrismo no distingue y da a nuestra época un carácter insuperablemente positivo, pasando de puntillas por nuestra sociedad de consumo y su futura combinación explosiva con el Oil Crash.

Acabamos de ver que hay una variedad inmensa de formas culturales en las que se expresa el status. Sin embargo, el etnocentrismo y el cronocentrismo juegan en nuestra contra, y es difícil de evitar pensar en el status en nuestros términos, europeos de principios de siglo XXI.

En el contexto de la crisis del petróleo, esto sólo invita al pesimismo, y con buena razón: si el status se expresa a través del consumo, y seguimos quemando nuestros recursos para mantener el status de cada grupo social hasta donde llega (y hasta donde no llega, gracias al crédito), es complejísimo que se den los pasos apropiados para reducir el consumo y apantallar el impacto del Oil Crash: vía consumo, definimos nuestra posición en la sociedad. Esto ayuda a explicar en buena medida por qué está costando tanto, por qué se está retrasando tanto, las medidas para afrontar la crisis energética que ya tenemos encima.

Uno de los mejores medios para luchar contra el etnocentrismo es valerse de los resultados de la antropología. No es por nada, pero los antropólogos nos hemos dedicado a estudiar las culturas (y el etnocentrismo como parte de todas ellas) durante un siglo. Y nuestra forma de luchar contra el etnocentrismo es dar a conocer la apabullante variedad que hay entre las culturas humanas, de manera que la importancia de las cosas queda sujeta a la cultura de cada grupo en cada momento.

El status se expresa mediante el consumo en nuestra sociedad actual. Sin embargo, otras sociedades lo han expresado y vehiculado de formas muy diferentes. Por ejemplo, aquellas sociedades que se basan en la redistribución separan radicalmente la posesión de bienes del status. En una sociedad redistributiva, desde los Kwaikutl canadienses a no pocas sociedades melanesias, la producción de artículos se centraliza bajo la figura de un jefe, que trabaja de manera ejemplar (produciendo como el que más) y además destaca por el respeto que se tiene a su criterio. Después de un festival de cerdos, por ejemplo, un jefe melanesio se quedará con menos cantidad que nadie, una vez que haya repartido a todo el grupo, pero precisamente por eso y por su eficacia al organizar el trabajo colectivo será un jefe: el grupo confiará en él a la hora de tomar decisiones colectivas y de dirimir disputas. De la misma manera, en una sociedad basada en la reciprocidad, se te declarará brujo (y expulsable del grupo, lo que equivale a una condena a muerte en entornos duros) si retienes para ti en vez de entregar al grupo el grueso de tu producción. El “hoy por ti, mañana por mi” es la regla literal y casi única de organización entre los !Kung o bosquimanos del desierto del kalahari, por ejemplo. El status en este caso se basa en la edad, en algunas habilidades (caza, hechicería) y en que el grupo te atribuya un criterio especialmente válido a la hora de organizar el trabajo común.

He puesto ejemplos muy diferentes a nuestra forma de organización (intercambio de bienes y servicios dentro de una economía de mercado postindustrial) para acentuar la diferencia entre fuentes culturales de status. El status, de hecho, tiene tantas fuentes como formas y motivos de organización social, desde un ejército hasta un club filatélico, pasando por una secta, un gremio o una cuadrilla para beber el fin de semana.

Lo que tenemos encima no es ninguna broma: nuestra sociedad se basa en el consumo, no sólo como sistema de producción sino, peor, como forma de organización por status. Eso no puede cambiar por las buenas y de forma indolora. Sin embargo, somos la especie viva más adaptable que existe, y hemos poblado y modificado cada rincón del planeta (y hasta puede que consigamos colonizar otras partes del sistema solar, aunque cada vez tenemos menos posibilidades de lograrlo). Nuestra adaptación se debe a nuestras culturas, a como cada cultura se adapta a cada circunstancia. Aquí hay que añadir que no todas las prácticas culturales son adaptantes: que se lo pregunten a los colonos vikingos de Groenlandia o a los habitantes de Pascua. Esto implica que no tenemos garantizado el éxito, pero por supuesto tampoco el fracaso, contra el que podemos emplear nuestra flexibilidad como sociedades.

Si otras sociedades en otros momentos se han organizado de manera diferente a nosotros, quiere decir que nosotros también podemos. Mi conclusión es que, si tenemos el incentivo apropiado, podemos cambiar las fuentes de nuestra organización por status y abandonar el consumismo destructor. Coincido plenamente con Antonio en su último post: la mejor forma que está a nuestra disposición de iniciar este cambio es motivándolo, y para ello la ciudadanía tiene que estar informada. Esto no implica que el cambio pueda ser todo lo rápido que nos gustaría, porque una parte importante va a resistirse a aceptar el Oil Crash hasta que no se le venga encima por la amenaza que supone para su status, pero sin información sólo queda esperar sentados a nuestra puerta a ver cómo el Oil Crash nos alcanza en toda su gloria.

Juan Luis Chulilla

martes, 19 de julio de 2011

Qué puedo hacer yo delante del Oil Crash: haciéndolo entender

Queridos lectores,

Después de esta mini-serie sobre "Por qué los X no entienden el Oil Crash" (donde X ha sido de momento igual a economistas - y su problema para entender el concepto de TRE -, ciudadanos, políticos, científicos y, de diferente manera, las mujeres) llega el momento de ponerse a hacer algo concreto: hemos diagnosticado el problema, ahora debemos ver qué podemos hacer de manera práctica para intentar revertir la situación sobre este aspecto fundamental. Porque, al final, el problema del Oil Crash no es de escasez de materiales, sino que es un problema social. Y como problema social se le ha de dar una solución antes social que técnica. De ahí la importancia del uso de la palabra, una vez concluida la fase de análisis técnico.


Dejemos claro primero que se sobreentiende que se ha pasado la primera barrera: la de explicar el problema. Como se ha dicho en la serie posts anterior, el mayor problema sigue siendo la ignorancia, para lo cual es importante implicarse en la tarea de la concienciación a gran escala de la sociedad. Como explicaba hace unos días en el Forat de la Vergonya en Barcelona, todos tenemos un deber ineludible de hacer comprender a la sociedad lo falso de sus expectativas (e.g. que el crecimiento futuro nos salvará, cosa que ya sabemos que es imposible) y que, peor aún, persistir neciamente en esa vía nos podría precipitar hacia el peor escenario posible. Sin embargo, hacer conocer el problema es sólo la mitad del asunto: enseguida se dispararán en nuestro interlocutor los mecanismos de negación que analizamos en la serie arriba mencionada y, aunque dejemos el poso de la duda en su interior, si queremos ser efectivos (sobre todo por el temor a que las cosas puedan ir muy rápidas por culpa de los efectos no lineales) debemos estar preparados para desactivar al menos los tópicos más comunes en el discurso de negación; incluso, si somos un poco astutos, podemos tender trampas dialécticas efectivas para acelerar el proceso, confrontando al interlocutor con las contradicciones lógicas de su discurso. En lo que sigue daré algunos consejos totalmente personales que pueden ser útiles en este laborioso proceso; aporten Vds. su experiencia y completen y complementen este recetario.


Qué no hacer:


- No hagas apuestas ni previsiones: Una de las cosas que más suele perder a los peakoilers es que, en su afán de acabar con esta agonía de no terminar la vida actual y empezar la nueva nos creemos a veces que las cosas irán más rápidamente o más linealmente de lo que probablemente lo harán. Es imposible predecir la evolución de los precios, materia sobre el que uno suele picar y apostar, por ejemplo: "Ya verás como en 2013 el petróleo está a 500$ el barril". La economía difícilmente puede soportar esos precios y hasta que el sistema no sea tan disfuncional que el petróleo sea una materia de lujo lo normal será la alta volatilidad, con subidas paulatinas y duraderas sobre períodos de meses (pero con importantes variaciones arriba y abajo si se mira la serie en períodos de semanas), y que culminan en bajadas bruscas cuando la demanda se contrae más de la cuenta y el precio baja. Fue lo que pasó en 2008 y lo que seguramente acabará pasando en 2011. Pero hay mil factores imponderables: un gran país puede sufrir un gran accidente (vean Japón con Fukushima) y los otros aprovechar los despojos; otro puede necesitar aumentar su consumo de petróleo (por ejemplo China), la recesión puede agudizarse de repente en un gran consumidor (China de nuevo) o un país productor puede colapsar (Libia), o mil otras cosas que ahora no imaginamos. Perder la apuesta no tiene importancia, lo grave es perder credibilidad, sobre todo teniendo que transmitir un mensaje de tanta importancia. Es mucho mejor hablar de tendencias, de riesgos objetivos, y explicar los eventos pasados en clave petróleo, qué efecto tuvo en lo que ya se vivió, pero sin exagerar. 

- La escasez de petróleo (y de la energía) no es la causa de todos los males del mundo: Ya dicen que cuando naces martillo crees que todas las cosas son clavos. El problema de la crisis energética tiene un alcance más profundo del que se le concede en el debate público (a mi me alarma cuando en las charlas alguien dice - y siempre pasa - "cuando venga la crisis energética...", como si no estuviéramos ya en ella). Sin embargo, no es el origen de todos los problemas, inestabilidad e injusticias de este mundo. Incluso en problemas donde tiene una gran influencia (por ejemplo, en la subida del precio de los alimentos y los problemas que está trayendo) hay otros factores que también influyen y mucho (en el caso de los alimentos, la presión especulativa sobre las materias primas -petróleo incluido- aventada por las medidas de alivio cuantitativo de los EE.UU.). Llevado al paroxismo, uno acaba viendo el espectro de la energía hasta en las malas cosechas de trigo de Rusia, y no es que no tenga absolutamente nada que ver (las fuentes de energía están por todas partes, se utilizan en todas las actividades humanas) pero en algunos casos se exagera su importancia como factor causal. Esto también hace perder credibilidad, porque uno acaba pareciendo un fanático obsesionado, monotemático y paranoico.


- No ser demasiado "antisistema": Vale, de acuerdo, todos sabemos que nuestros sistemas económico y financiero no funcionan, pero, ¿podemos esperar que la gente acepte de buenas a primeras tirar por la ventana algo tan comúnmente aceptado y que, según se insiste en los medios de comunicación, "funciona tan bien"? Aunque la consecuencia lógica de la escasez de la energía (y de materias primas en general) es la necesidad de reformular los postulados económicos, y en particular el de la búsqueda del crecimiento exponencial (ese tanto por ciento del PIB que hay que crecer cada año) no se puede esperar que la gente lo acepte de repente, entre otras cosas porque supone un mazazo a sus expectativas de una vida más cómoda y con más bienes materiales. Es una mejor estrategia hacer una exposición simple y razonada de los hechos y dejar que la gente los madure. A algunos les costará más porque tienen los prejuicios más instalados, pero justamente con éstos no merece la pena insistir demasiado, so pena de que se atrincheren en sus ideas preconcebidas y que lleguen a la convicción de que les queremos engañar o pervertir.


- No hacerse pesado: Aunque nos obsesione el tema, evidentemente hablando todo el rato de Peak Oil no se liga mucho, y tampoco es fácil conseguir relaciones de amistad. Hay que vencer muchas resistencias y prejuicios, y el bombardeo propagandístico de la publicidad dificulta la comprensión del problema. Dejemos a la gente madurar los datos y simplemente estemos al quite para ayudarles a ir dando los pasos necesarios en su razonamiento lógico.


- No ser catastrofista: Aunque uno esté convencido de que esto va a acabar muy mal, en el fondo ninguno de nosotros lo sabe. Yo siempre digo que si nos diera un ataque masivo de sentido común podríamos encarar un futuro mucho mejor que el que ahora se perfila. Eso demuestra que el problema es fundamentalmente societario, y si uno hace el esfuerzo de salir a hablar es importante evitar que la gente se deprima y caiga en la inacción; "total, como no se puede hacer nada mejor nos dedicamos a vivir bien mientras esto dure". Pues no. Hay que hacer entender que si todo el mundo lo comprendiera la cosa se podría revertir.


- No ofrecer soluciones simples: No hay soluciones simples a un problema tan complejo, y aunque cada uno tiene sus filias y fobias en cuanto a las posibles fuentes de energía de futuro, la forma de encarar las dificultades y cómo se debe organizar la sociedad, no se puede poner en pie de igualdad estas opiniones con los hechos objetivos que nos indican el estado de agotamiento de los recursos, del declive de la producción de materias primas. No hacer esta distinción nos dará una imagen de sectarios, de tener una agenda oculta que queremos imponer usando un problema societario como palanca, y al final hasta nuestro diagnóstico del problema será puesto en cuestión bajo la sospecha de que lo hemos exagerado en nuestro provecho. Es cierto que la gente te suele pedir soluciones, e incluso tu plan para salir del atolladoro, en parte porque vivimos en una sociedad de niños que esperan que un padre le solucione la vida en vez de encarar los problemas como adultos y asumir personalmente la responsabilidad  de cuidar de la propia vida y hacienda; delante de estas personas no ofrecer ninguna respuesta te puede hacer perder credibilidad. Así que uno se tiene que mover por el filo de una navaja, hablando de algunas iniciativas (red del decrecimiento, Transition Towns, re-ruralización,...) y técnicas (permacultura, Green Wizards,...) y al tiempo incidir en políticas que serán útiles (promover la eficiencia y el ahorro, reconcebir el sistema productivo, discutir abiertamente el problema insoluble de la deuda) pero intentando mantener una visión ecuánime y desapasionada sobre esos asuntos, como si uno simplemente hiciese una fría contabilidad de lo que hay. Encontrar el punto justo es complicado: demasiado pasional y uno será tomado por un sectario; demasiado frío y el problema se verá como una complicación técnica que no implica personalmente y debe ser resuelto por una instancia política; demasiado drástico y la gente se deprimirá y caerá en la inacción, convencida de que cualquier cosa que hagan no sirve de nada; demasiado optimista y la gente no hará nada esperando que quien lo tiene previsto resuelva el problema. Practicando uno acaba encontrando algo parecido a ese punto medio.


Cómo plantear la discusión:


1.- Hablando con economistas: (sensu lato: entiéndase empresarios, gestores, inversores, ...)


- Hacer entender que el precio no es la variable relevante en el largo plazo: Siempre se repite que de acuerdo con la ley de la oferta y la demanda se fija el precio a un nivel adecuado, lo cual es lógico en un mercado eficiente (ya que si hay un comprador dispuesto a pagar lo suficiente habrá un vendedor e intermediarios para traerle el producto). Sin embargo estamos observando que hay crecientes ineficiencias en el mercado del petróleo, agravadas por la guerra en Libia y la incapacidad de reponer esos 1,5 Mb/d que el país norteafricano ponía a la venta, y que han obligado a medidas extraordinarias como las que estableció el Gobierno español en Febrero -ahora retiradas de manera oportunista- y la liberación de las reservas estratégicas de la Agencia Internacional de la Energía. Se debe sacar estas cuestiones a colación en las discusiones sobre el precio. También, se debe explicar que, justamente por los mecanismos de destrucción progresiva de la demanda que es bien constado, la evolución del precio del petróleo sera muy volátil en el corto plazo (bajadas y subidas continuas de unos cuantos dólares en el plazo de días) y también en el medio plazo (picos de precios cada ciertos años, alternados con bajadas bruscas de precios, como ya discutimos hace tiempo aquí). Sobre todo hay que hacer entender que el paradigma que ha explicado la evolución económica durante el último siglo y medio ya no es válido, o como mínimo sembrar dudas sobre su validez plena.

- No hay que mirar las reservas, hay que mirar la producción: Ya comentamos en su día sobre la falacia Q/P. Los economistas tienden a pensar que si hay suficientes reservas (no les tomen por idiotas, seguramente entienden la diferencia entre reservas y recursos) de petróleo entonces el problema es exclusivamente un problema de inversión. Dificulta romper esta percepción las continuas noticias en prensa especializada que hablan del descubrimiento de nuevos yacimientos en lugares cada vez de más difícil extracción, los grandilocuentes anuncios sobre las perspectivas de explotación futura de las arenas bituminosas del Canadá y los petróleos extra-pesados de la Faja del Orinoco, o los enfáticos anuncios sobre la revolución del petróleo de pizarra, de los líquidos del gas natural o el futuro de algunos biocombustibles. Delante de esto, la mejor manera de desengañar al incauto es mostrarle las hemerotecas (mejor, pedir que las consulte él) y que mire cuáles eran hace cinco años las perspectivas de crecimiento de la producción de las arenas bituminosas para este año, por ejemplo; o cuánto tiempo se lleva diciendo que el shale oil y el oil shale (que, de manera divertida, no es una y la misma cosa) son la gran fuente futura de petróleo dado la gran magnitud de sus reservas, a pesar de más de 40 años de experimentación infructuosa, no por incapacidad técnica sino por la imposibilidad de hacerlo económicamente viable, o cuáles son las enormes dificultades a las que tiene que hacer frente la plataforma Hibernia en frente de las costas de Terranova, etc.




- Hay que fijarse en la TRE: El concepto de Tasa de Retorno Energético es desconocido para la mayoría de los economistas, a pesar de ser fundamental en su trabajo, donde muchas decisiones estratégicas deberían depender de un correcto análisis de la TRE. Los economistas se fijan en el retorno de la inversión (ROI), en los aspectos monetarios, y creen que todo es cuestión de poner más dinero sobre la mesa, sin darse cuenta de que el ROI es subsidiario de la TRE. Como los flujos monetarios tienen un cierto retraso temporal sobre los inputs energéticos, que la TRE esté bajando no es inmediatamente perceptible, máxime cuando hay mucha heterogeneidad de TREs en nuestras múltiples fuentes. Por eso el economista no se parará a considerar la variable y dirá que el precio es un buen indicador de la rentabilidad tanto económica como energética. Lo cual puede ser más o menos cierto en un mercado eficiente y con información completa, pero el problema es cuando se proyecta la rentabilidad de futura se hacen suposiciones que, en el fondo, no contemplan que aparte de decrecer la producción baje la TRE. Esta discusión es una de las más difíciles de manejar con un economista, porque se resistirá a creer que el dinero no lo puede todo en el mundo físico. Lo mejor es irle poniéndole ejemplos simples (del tipo: "si tengo que recorrer, ida y vuelta, 500 kilómetros para rellenar el depósito de mi coche no me queda mucho margen útil") y que vaya madurando la idea. Además, la discusión de la TRE está íntimamente relacionada con el concepto de tecnología al que aludiremos a continuación y donde acabaremos esta discusión.


- La tecnología no lo puede solucionar todo:  No deja de ser curioso también la insistencia de los economistas en que el progreso tecnológico va a resolver los problemas y, peor aún, que se puede acelerar ese progreso a base de poner más dinero sobre la mesa. De nuevo, un siglo y medio de éxitos evidentes avalan esa percepción, aunque la conexión inversión-progreso tecnológico no sea tan obvia (sí que lo es en la vertiente de desarrollo y explotación de una tecnología ya probada, pero no en el descubrimiento de nuevas tecnologías). Hace poco he mantenido una discusión sobre este tema en Facebook; mi interlocutor alegaba que seguramente los problemas de suministro de acarreará el Peak Oil no serán tan graves mirando cómo se ha mejorado la explotación de los pozos en los últimos 30 años: él aludía en concreto a cómo se había pasado de una ratio de éxito de pozos productivos tras perforar de 1:15 (es decir, de cada 15 agujeros que se hacían en el suelo en 1980 sólo uno daba petróleo) a 1:5 en la actualidad, y también como la recuperación del petróleo in situ había mejorado, pasando a una media de entre el 10 y 15% del contenido del reservorio al 30-35% de la actualidad. Todo lo cual es cierto, y es argumento que suelen invocar no sólo los economistas sino también algunos geólogos del petróleo. Sin embargo, como le dije, su razonamiento está asumiendo implícitamente que mientras la tecnología mejora todo lo demás sigue igual, y no es cierto. Lo cierto es que los nuevos yacimientos que entran en explotación son de peor calidad (de acceso más difícil, con geologías más complicadas, en condiciones de operación más duras, con petróleo de peor calidad, etc), con lo cual se gasta más energía en relación con la que se recupera; en suma, que baja la TRE. O sea que, entre otros factores, tenemos dos obviamente contrapuestos: la mejora de la tecnología, que tiende a incrementar la TRE, y el empeoramiento de los reservorios, que tiende a disminuir la TRE. ¿Y cuál está ganando? Tengo una gráfica del Departamento de Energía (DoE) de los EE.UU. que aclarará fácilmente la cuestión (gracias JC por enlazarla en Facebook):





El eje de las abscisas (horizontal) representa cuánto petróleo de cada tipo se ha producido ya, y el eje de las ordenadas (vertical) la cantidad de energía neta (expresada como un porcentaje) que se ha ganado en la recuperación. Lo que ven es que, a medida que las diversas fuentes están más explotadas el porcentaje de energía neta disponible va cayendo. La mayor parte de las curvas son proyecciones en el futuro que hace el DoE, o sea que no se deben de tomarse como una verdad indiscutible, pero es significativo que el DoE considere que, a pesar de la mejora tecnológica, la TRE irá bajando. Recuerden que si n es el tanto por uno de energía neta, TRE=1/(1-n), con lo que si la eficiencia que se muestra en la gráfica es del 50% la TRE sería de 2; de hecho los valores límite de TRE que solemos comentar para tener una sociedad viable (TRE entre 5 y 10), tomando n=1-1/TRE, son n=0.8 (80% de eficiencia) para TRE=5 y n=0.9 (90% de eficiencia) para TRE=10. Lo que las gráficas de arriba muestran claramente es que el curso previsible de los acontecimientos, en lo que a la producción del petróleo convencional y no convencional se refiere, es a llegar pronto a niveles de energía neta excesivamente bajos para mantener esta sociedad si esta fuente de energía fuese la dominante.


Por tanto, discutiendo con economistas se puede blandir esta gráfica y explicarla. Si no se tiene a mano (lo usual) lo mejor es hacerles comprender que fijarse sólo en el progreso tecnológico sin ver al tiempo la degradación de los yacimientos explotados es quedarse con la mitad de la película. En realidad, si no hubiera sido por la mejora tecnológica hace tiempo que no podríamos usar el petróleo, así que el desarrollo tecnológico ha sido condición necesaria para que siquiera podamos tener esta discusión, pero no basta para evitar el declive. Peor aún, en una situación de recursos menguantes y con problemas de financiación por una crisis económica forzada por esta escasez de todo y unos precios fluctuantes que desincentivan la inversión lo normal es que el problema se agrave. Y confiar en que con un precio suficientemente alto se incentiva la explotación de nuevos recursos no evita que su TRE baje, y si baja demasiado el estrangulamiento de recursos está garantizado, no importa cómo sean de grandes los recursos. Por tanto, a pesar de que algunos se empeñan en creer que con tecnología suficiente se ampliará la base de recursos, la realidad es que si estos recursos no son lo suficientemente baratos (en términos energéticos, si no tienen una TRE suficientemente elevada) no se podrán explotar, y la tendencia histórica de la TRE es a bajar, a pesar de la mejora tecnológica.





- No hay la más mínima evidencia de que se pueda desmaterializar la economía: Los más teóricos de entre los economistas piensan que se puede llegar a un sistema económico que crezca indefinidamente pero que no consuma de forma creciente recursos; es lo que se dio en llamar "desmaterialización de la economía", de lo cual la "Sociedad de la Información" ha sido uno de los epítomes más conocidos. Se podría resumir esta idea como: "No te preocupes por el futuro; aunque ahora estemos sufriendo pronto llegaremos al paraíso en la Tierra de la Sociedad de la Información, donde las mercancías serán bits y la moneda será la información, y todos seremos inmateriales". El argumento más habitual de los defensores de esta idea es que de hecho la intensidad energética (cantidad de energía consumida por cada dólar de PIB producido) de los países desarrollados está cayendo, lo cual significa que sus economías se están desmaterializando, al menos en el aspecto energético. Nada más lejos de la realidad: lo que está pasando es que la producción se ha ido deslocalizando hacia otros países con mano de obra más barata, y el consumo de energía global no sólo no ha disminuido sino que ha aumentado debido al mayor intercambio de mercancías (los iPhones que consumimos aquí tienen que viajar desde China). Repetiremos aquí la gráfica de relación entre PIB y consumo de energía a escala global que la Agencia Internacional de la Energía suele mostrar cada año:




Por tanto, en vez de estar disminuyendo nuestro consumo de energía en realidad lo estamos aumentando; sólo estamos haciéndolo más inhomogéneo.





- El libre mercado es un sistema ideal: Hemos oído decir tantas veces las mismas falacias que las creemos sin cuestionarlas. Sabemos que el PIB tiene que crecer ("Tenemos que recuperar la senda del crecimiento") sin saber qué significa, y creemos a pies juntillas que el libre mercado lo regula todo, gracias al equilibrio entre oferta y demanda; si hay poco petróleo, el precio sube, la gente consume menos y entran en explotación nuevos tipos de yacimiento, y al final se asimila perfectamente dentro del sistema. Este tipo de visión casa mal con la realidad. Por un lado, el precio del petróleo no puede aumentar indefinidamente, ni tan siquiera puede subir un poquito: ya hemos dicho varias veces que ciertos estudios (como los del profesor James Hamilton, de la Universidad de California San Diego) y ya últimamente el FMI y algunas instituciones financieras (amén de la propia Agencia Internacional de la Energía) avalan que el precio del barril de petróleo no puede rebasar los 85-90$ de manera duradera (es decir, unos meses) sin causar recesión económica a escala global. Por otra parte, los costes de producción de algunas fuentes de petróleo convencional no son inferiores a los 60-80$, con lo que la ventana de precios posibles es demasiado estrecha, y tiende a estrecharse cada vez más ya que el límite superior se calcula a través de un porcentaje del PIB (con lo que al agudizarse la recesión y bajar el PIB baja el precio máximo admisible) en tanto que el precio inferior crece al empeorar la calidad de los yacimientos (y como dijimos arriba bajar la TRE a pesar de la mejora tecnológica, con lo que el coste energético, y por tanto el económico, crece). Llegará un momento, si no ha pasado ya, que la ventana se cerrará y ningún precio será adecuado. Por tanto, la ley de oferta y demanda no puede regular per se un recurso agotable y con una demanda inelástica (es decir, cautiva, que no puede prescindir de él). Algunos lectores pueden argumentar que el problema es que la señal de la agotabilidad de la materia prima no se está transmitiendo al precio y por eso se produce esta distorsión que nos lleva al suicidio, y tendrán razón, pero es que ése es el mundo en el que vivimos. Por otro lado, se está dando un problema de falta recurrente de suministro de petróleo, en el que países como España han perdido el 13% de su suministro al cerrarse el mercado libio y no han podido compensar su falta en ninguna parte, no importa qué precio quisiera pagar (es decir, el mercado no es eficiente), lo cual ha acabado por conducir a la liberación de una parte de las reservas estratégicas. En suma, el mercado no señala bien los precios y encima no es eficiente.


2.- Hablando con la gente corriente:


- El planeta es finito, después de todo: Vale que es muy grande, pero al fin y al cabo con nuestras excavaciones sólo arañamos la superficie (nuestras minas más profundas llegan a unos 10 Km de profundidad, que no es nada comparado con el radio de 6366 Km del planeta). Yo suelo dar un dato para que nos demos cuenta hasta qué punto el planeta no es tan grande teniendo en cuenta los que somos. La superficie del planeta es aproximadamente de 509 millones de kilómetros cuadrados, de los cuales un 80% es mar, con lo que nos quedan sólo unos 100 millones de superficie emergida. Somos 7.000 millones de personas en el planeta, por lo que tocamos a 70 personas por cada kilómetro cuadrado de tierra, es decir, 1,4 hectáreas por habitante. Esta superficie, 1,4 hectáreas, no es nada impresionante: son 14.000 metros cuadrados, la superficie de un cuadrado de unos 120 metros de lado. Algo que uno puede abarcar con la vista. Pero es que, además, de esos 14.000 metros cuadrados tendremos nuestra parte alícuota de desierto, de montaña incultivable, de ríos y pantanos, de ciudades e infraestructuras, y de bosque incultivable porque es necesario para otros usos; de hecho, la superficie cultivable es aproximadamente la mitad de la cantidad que dábamos antes (unos 7.000 metros cuadrados por habitante), mayoritariamente pastos (dos tercios), con lo que sólo nos quedan unos 2.300 metros cuadrados por persona para cultivos humanos, un cuadrado de unos 47 metros de lado. Hemos podido alimentar a la gente con tan poca superficie porque hemos incrementado la productividad de la tierra inyectándole energía de los combustibles fósiles, pero esta posibilidad ahora declina. De manera semejante, los recursos minerales que se pueden explotar no son infinitos; es verdad que quedan enormes cantidades de petróleo, uranio, carbón y gas (del uranio se suelen citar las enormes cantidades que hay en el mar, por ejemplo), pero están tan diluidas que jamás se podrán recuperar, porque se gastaría más energía que la que nos darían.


- No todo el mundo dice que el progreso es inevitable: Hemos comentado sobre el mito del progreso en los posts precedentes; una cosa importante de cara a hacer entender el problema del Oil Crash es que no todo el mundo habla del progreso como un hecho inevitable, o bien que quienes dicen que el progreso no es una necesidad no son unos pocos locos descebrados. Al contrario, desde los años 60 ha habido muchos científicos avisando de lo insostenible de nuestro curso y de que el progreso no sólo trae soluciones a problemas antiguos sino también causa problemas nuevos. Sin necesidad de remontarse a Paul Ehrlich o al trabajo de Meadows et al (el denostado "Los límites del crecimiento"), se puede citar el trabajo de Pimentel, de Charles Hall, de Jean Laherrère o de Colin Campbell, aparte por supuesto del de Marion King Hubbert; a nivel más local, Ramón Fernández Durán o Carlos Taibo son buenas referencias (y las de mis colegas de Crisis Energética, qué duda cabe). La verdad es que este conjunto de referencias es muy pequeño y sesgado, ya que si se busca bien se verá que son legión. Y justamente la mayoría de los que están opinando que no se puede seguir en esta senda, y que el progreso no es algo no ya inevitable, ni tan siquiera garantizado, resultan ser científicos  y técnicos. Y quienes suelen insistir en el progreso invencible, en la ilimitada capacidad técnica, son frecuentemente políticos y economistas.


- ¿Por qué se ha de crecer siempre?: Ésta es una cuestión curiosa; nadie se lo cuestiona. Cómo explicar el por qué de esta enorme necedad que, en su enormidad, pasa desapercibida como la famosa metáfora del elefante en el salón. Recomiendo a los lectores que se hagan el Crash Course de Chris Marteson; pueden encontrar todos los vídeos traducidos en español en la Sección de Recursos de la web del OCO. Allí entenderán el concepto de "Dinero como deuda" que es clave para comprender por qué todo nuestro sistema es un gran sinsentido y esencialmente inflacionario. No sólo intentar crecer sin fin es absurdo, es que nos lleva al desastre.

 - Durante los últimos años, nada ha ido según lo previsto: Éste es un buen argumento para desmontar cualquier atisbo de optimismo. Algunos lo tacharán de oportunista, lo que cual de deja de ser un sarcasmo para los que llevamos años diciendo lo mismo y siendo ridiculizados cuando las cosas iban bien. El mejor aval, precisamente, es haber hecho esa travesía del desierto. En mi caso, sólo mis allegados saben que llevo años dando la lata con esto, puesto que ciertamente antes no vi la oportunidad de lanzarme a la divulgación del problema (y, por qué no decirlo, porque fui tan ingenuo de creer que nuestros representantes tomarían cartas en el asunto); sin embargo, ahí están los compañeros de Crisis Energética dando la cara desde 2003. Dado el fracaso de los diversos planes de recuperación de la economía y, sobre todo, el continuo erróneo diagnóstico de la situación hacen que la gente pierda toda la fe en el sistema. Es importante hacer comprender a la gente que las cosas todavía pueden ir peor, y que es importante que entiendan y que se movilicen.





3.- Hablando con políticos:


- Dejando de lado los grandes, centrándose en los pequeños: Se puede intentar contactar con políticos de ámbito nacional, pero es dudoso que sirva de algo. Los políticos están atrapados en una maraña de intereses cruzados, propios, y cuando más alto estén en el escalafón más ruido de fondo reciben y más les cuesta hacerse una idea clara de qué es lo que está pasando, qué es lo que va a pasar y qué es lo que deberían de hacer; esto es cierto incluso para los que son honestos o tienen pretensión de serlo. Añádase a eso la dificultad de llegar a ellos, y comprenderán que no merece la pena perder el tiempo con los políticos de alto rango. Lo que es fundamental es centrarse en los cargos políticos muy locales, preferiblemente los alcaldes y concejales de municipios pequeños; ellos viven un día a día más cercano con la realidad, y además en la progresiva degradación económica a la que nos vemos abocados los ayuntamientos serán las primeras instituciones públicas en ser sacrificadas, básicamente dejándoles ahogarse en sus deudas. Con las presiones acuciantes de las deudas de los servicios de basuras, aguas, electricidad de los edificios públicos, etc será difícil hablar con un alcalde agobiado por el día al día, pero es importante hacerlo. Porque es importante hacerle entender que seguir con los esquemas del pasado sólo puede empeorar más las cosas, por increíble que pueda parecer. Para hablar con un alcalde no hay trucos; cada alcalde tiene su idiosincrasia y sus manías. Son ciudadanos, mayormente. Primero querrán información, después querrán soluciones. Para información, el prontuario es un buen punto de arranque y en los próximos meses esperamos desarrollar más material. Para soluciones, los lectores más avezados pueden tener sus preferencias, pero también pueden irse remitiendo a este blog. Y sepan que nosotros estamos disponibles para charlas de concienciación. Se tiene que pensar que en un mundo que, faltando energía, se vuelve mucho más grande en distancias y pequeño en recursos, por lo que lo que tendrá que organizarse se deberá hacer a la escala local, y de ahí la relevancia de los alcaldes.


- De aquí en cuatro años la gente le culpará de no haber hecho nada útil:  Con ese argumento se puede conseguir llegar al corazoncito del alcalde de turno, sobre todo si percibe que la situación es, como parece, tan desesperada que requiere medidas extraordinarias. Dado el creciente descontento con la clase política, los alcaldes, sobre todo los de pequeñas localidades que casi conocen a todos los vecinos, se darán cuenta de que necesitan desligarse de la mala fama que cada vez más aquejará a sus "hermanos mayores". Que necesitan hacer algo, demostrar a sus vecinos que pueden hacer algo. Pero todo lo que hacen, siguiendo con la rutina habitual, no lleva a nada bueno, nada funciona, todo se va progresivamente al carajo. Ahí es donde uno les debe ofrecer una visión alternativa, y darles una pauta de actuación coherente con un mundo más difícil donde lo primero ha de ser asegurar el suministro de alimentos y agua potable, y seguridad en segundo término. Un mundo mucho más difícil.


- Los políticos de esta legislatura tienen una cita con la historia: De lo que ellos hagan dependerá el mundo futuro. Un mundo que será mucho más local; habrá ciudades y comarcas que fracasarán y otras que prosperarán. No se puede esperar ayuda desde las instituciones superiores, si acaso que intenten quitarles recursos si en un lugar las cosas van un poco mejor. Aquellos que mejor interpreten el curso de los acontecimientos y se adapten a ella serán recordados con gloria; los que sigan la misma senda mezquina de ahora serán vituperados y finalmente olvidados. Para Vd., Sr. Alcalde, es el momento de elegir.


4.- Hablando con científicos:

Los científicos, que espabilen. Pueden leer este blog y discutir con su autor, que les podrá hablar en su lenguaje.


5.- Hablando con las mujeres:


Siempre resulta conveniente. Sobre todo para dar una visión más pragmática que la de los hombres. 

En fin, es un post muy largo y muy incompleto. Sin duda, los lectores podrán ir poniendo sus apostillas. Un servidor ha de atender muchos compromisos durante lo que queda de esta semana, y la que viene se va dos semanas de vacaciones. Durante todo este período quizá escriba algún post, según pueda. La actividad se reiniciará normalmente hacia el 7 de Agosto.

Salu2,
AMT

lunes, 11 de julio de 2011

Etiqueta de este blog

Queridos lectores,

Con todo lo que tengo encima no tenía intención de escribir un post hoy, pero dada la recurrencia de ciertos problemas quiero dejar claras algunas cosas.

Durante las últimas semanas hay una queja reiterada sobre la falta de moderación en los comentarios a los posts de este blog. Algunos comentaristas llegan al extremo de atribuirme a mi personalmente no ya la aquiescencia con algunos comentarios o comentaristas más indeseables sino incluso cierto hermanamiento, cuando no que yo mismo estoy usando algún alias para expresar mis deseos más inconfesables (lo cierto es que yo nunca envío comentarios más que con mi propio nombre). En fin, dado que algunas personas están usando el blog para intercambiar información y hay cierta perturbación en esos canales, voy a fijar una serie de parámetros de operación.

En primer lugar, definiré la situación: la mía personal (que también es relevante en lo que aquí se discute), la del blog en particular (cuál es su vocación, aunque eso ya fue discutido), el uso de los comentarios (y su gestión como foro) y cuál será la etiqueta que se tendrá que observar a partir de ahora.


Situación personal: Como norma general no me gusta hablar sobre mi, pero en este caso lo veo necesario para que los que me reprochan pasividad entiendan mejor mi situación.

Soy investigador (Científico Titular, ése es mi cargo) en el Institut de Ciències del Mar (ICM) de Barcelona, sito en esa bella ciudad mediterránea. Por razones familiares, resido en Figueres, pequeña población muy vinculada con el surrealismo y situada a 140 kilómetros al norte de Barcelona. Cada mañana cojo el tren para realizar un trayecto de dos horas (nominalmente un poco menos, pero con los pequeños retrasos habituales acaba siendo dos horas casi exactas) y después otros doce o quince minutos caminando y en metro para llegar a mi lugar de trabajo. Por la tarde, lógicamente, hago el trayecto inverso. Esto hace que me tenga que levantar a las 5:30 de la mañana cada día de diario, y que hasta las 18:30 o más tarde no pueda ver a mi familia. Me he comprado una conexión móvil para poder teletrabajar desde el tren, y con ciertas limitaciones me va bien (con ella estoy escribiendo este post, son ahora las 6:50 de la mañana del lunes 11 de Junio de 2011).


Mi trabajo en el ICM está en la actualidad fuertemente vinculado al SMOS Barcelona Expert Centre (BEC), un laboratorio experto reconocido por la Agencia Espacial Europea (ESA) dedicado al desarrollo de algoritmos para mejorar la obtención de mapas de salinidad superficial del mar y contenido de humedad del suelo con ayuda del satélite SMOS. Ahora mismo soy el secretario del Comité Ejecutivo del BEC, que está formado por siete investigadores senior del Institut de Ciències del Mar, la Unitat de Tecnologia Marina y la Universitat Politècnica de Catalunya, ya que el BEC es una unidad mixta del CSIC (a donde pertenecen tanto el ICM como la UTM) y la UPC. Aparte de mi trabajo como miembro senior del BEC (que me comporta entre 10 y 20 horas de reuniones semanales, dependiendo de la semana) tengo mis propias líneas de investigación y un currículum como investigador en Física de Procesos no Lineales (principalmente Turbulencia) y Análisis de la Señal (principalmente Procesamiento de la Imagen). Mi campo de actividad más intenso ahora es el Procesamiento de Datos de Teledetección (fundamentalmente datos de satélite). Todo esto se puede consultar en mi página web.


Todo lo cual hace que cuando llego a mi trabajo esté enfrascado en una vorágine (quien crea que los funcionarios se tocan las narices debería pasarse un día con nosotros) que muchos días no cesa hasta la hora de marcharme a casa. Algunos días puedo responder algún comentario rápidamente en medio de las horas de trabajo, la mayoría de los días no veo nada hasta que no vuelvo a embarcarme en el tren. En el tren es cuando aprovecho para leer sobre el Oil Crash y escribir los posts. Cuando llego a casa tengo dos niños pequeños de los que encargarme y una mujer que no me ha visto en todo el día, y a pesar de que no voy a dormir pronto al día siguiente tendré que madrugar. Los fines de semana hay mil cosas que hacer, inclusive del trabajo ordinario, pero creo que ya poco estoy con mi familia para robarles aún más tiempo (y a pesar de eso lo hago).


Quede claro, por tanto, que mi disponibilidad de tiempo es muy limitada, y que nadie se ofenda si no contesto a todas las preguntas o abordo todos los temas. Como norma general leo todos los comentarios (gracias a Dios leo rápido) pero no siempre tengo tiempo para contestar con la extensión que se merecen, y si no contesto algo inmediatamente entonces se me pasará hacerlo, dado el ritmo de los acontecimientos.


Situación del blog: Esto ya fue explicado, así que por favor tómense su tiempo y lean la explicación. La misión del blog va variando lentamente con el tiempo, pero de momento es más o menos la misma: compilar la información en un sitio accesible para todo el mundo para que sirva de base para las charlas de concienciación que hacemos desde el Oil Crash Observatory (OCO, nuestra asociación) y para las discusiones en los medios de comunicación en los que ocasionalmente aparecemos. En ese sentido, lo que para mí sería más deseable es que los comentarios aportasen datos adicionales a lo que se ha discutido en el post, y si se fijan yo voy introduciendo comentarios en posts antiguos en los que se reseñan artículos diversos con temas relacionados.


Los lectores del blog, lógicamente, opinan sobre cada artículo y piden aclaraciones, lo cual me parece bien. Algunos hacen preguntas sobre temas diversos, otros solicitan posts, todo lo cual me parece bien. Otros, por su vehemencia o estilo comienzan largas conversaciones y entran en disputas bizantinas con otros comentaristas; esto no me parece mal mientras no medien insultos o descalificaciones. El problema es que en algunas ocasiones (últimamente Fulcanelli, pero en el pasado hubo otros casos) un comentarista insiste e insiste sobre un tema, inundando el blog. Esto dificulta la lectura de comentarios sobre el post del día a los lectores, y muchos comentaristas se quejan de ello (y me imagino que a los lectores silentes tampoco les hace gracia). Dada mi crónica falta de tiempo y el interés en que éste sea un foro libre yo intento actuar mínimamente, pero parece que eso ya no es suficiente.


Una cosa de la que los lectores y comentaristas deberían de ser conscientes, si no lo son ya, es que este blog versa sobre materia muy sensible, y que prácticamente con toda seguridad está siendo "chequeado" (la expresión se la oí a un policía) por los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, del español y de otros. Eso quiere decir que probablemente se está registrando la IP y la localización desde donde Vd. lee los artículos del blog. Si no me cree, entre en la página web del Acorazado Aurora y lea el cartel que George W. Bush sostiene en la columna de la izquierda. Sus datos están siendo registrados y con respeto, suponemos, a la legalidad vigente usted se está retratando cada vez que entra aquí. Tranquilo, no está haciendo nada malo, no está cometiendo ningún delito por querer informarse sobre la crisis energética. Eso sí, vaya con cuidado de no decir barbaridades porque lo del anonimato en Internet es una chufa (hay gente que me ha calificado de ingenuo por revelar desde buen principio mi identidad; siempre me pregunto quién es más ingenuo).



Uso de los comentarios: Algunas personas están usando la sección de comentarios de esta bitácora como un foro, de hecho a veces llamándolo así, foro. Esto no es un foro ni una página web al uso, sino que se parece más a un diario personal. Si buscan foros sobre la crisis energética lo que deben hacer es acudir al lugar apropiado: la página web de Crisis Energética. Allí encontrarán más de 4.000 usuarios registrados y diversas líneas de foro, que además son moderadas por varias personas (al contrario que aquí, ya que ésta es una página personal mantenida por una única y atareada persona). Eso sí, si van allá no entren como un elefante en una cacharrería: hay normas, consulten el mensaje para nuevos usuarios. Por cierto que tendrán que registrarse.



Otros lo están usando para desarrollar largos temas de su interés personal. En tanto que sirva para los fines de este blog no me parece mal, pero si son muy largos el soporte idóneo sería más bien en forma de un post. Como yo estoy bastante ocupado y no soy, ni mucho menos, experto en todos los temas soy receptivo a publicar posts de otras personas, siempre que me parezcan suficientemente interesantes. Algunos comentaristas me reprochan que no ponga un filtro de "calidad mínima exigible". Yo tal cosa la veo elitista e inadecuada; no publicaré cualquier engendro, ciertamente, pero si un post propuesto expresa con claridad un tema interesante, aún cuando no sea de una gran profundidad técnica, lo publicaré. De algún modo ciertamente esta página es su página, la de los lectores interesados, y creo que uno de los males que hasta ahora ha tenido la difusión del Peak Oil es pecar de un poco elitista, de un poco restringida. Me interesan, y me interesa divulgar, las opiniones de todos. Particularmente son bienvenidos los artículos sobre Transition Towns, permacultura, resiliencia y temas afines, porque son de los que más falta le hacen a este blog.


Finalmente, está habiendo un problema de cortesía con la frecuente aparición de insultos, descalificaciones y juicios de valor sobre otros comentaristas. Esto es completamente inapropiado desde mi punto de vista, pero hasta ahora he dejado hacer entendiendo que todos somos adultos, interviniendo sólo en momentos clave. Pero se está viendo que eso es insuficiente, quizá porque el blog está creciendo mucho: en la actualidad, la media de visitas sobrepasa largamente los 800 en días de diario (y cada semana pasa de 1.000 algún día) y de las 500 en fin de semana. 


Es una crisis de crecimiento, pero el crecimiento, como repetidas veces comentamos aquí, necesita ser ordenado, domeñado. Así pues de manera tentativa establezco las siguientes normas para los comentarios en este blog.




Etiqueta de este blog

Comenzando con el día de hoy las siguientes normas de cortesía para comentar en este blog son de obligado cumplimiento.


  1. No se admite hacer comentarios insultantes y/o vejatorios hacia personas o colectivos (aunque sean banqueros). Se puede reprochar su actitud, argumentando los reproches, pero no procede insultarles de ninguna manera, tan sólo describir los hechos objetivos y que los lectores saquen sus propias conclusiones. Se perseguirá particularmente los insultos y/o descalificaciones, aunque sean sutiles e irónicas, hacia otros comentaristas. El criterio para juzgar la gravedad de los comentarios inapropiados es completamente subjetivo y recae en manos del que esto escribe.
  2. Se pueden hacer comentarios disgresivos del tema del post pero siempre de manera moderada tanto en número de comentarios como en la extensión de los mismos, a no ser que haya una autorización previa del que esto escribe. En la medida de lo posible se ruega a los comentaristas que introduzcan sus comentarios en el post más pertinente, aunque esto último es sólo un ruego o recomendación.
  3. Si un comentarista cree que un determinado tema no tratado podría ser analizado por él en detalle puede proponerme el tema y yo juzgaré si merece la pena, y en su caso le publicaré el post (Nota: Posts son los artículos del blog; lo que Vds. hacen son comentarios a los posts).
  4. Las alusiones personales, ofensivas o no, deberán limitarse. Cuando se vuelvan recurrentes los comentarios podrán discrecionalmente ser censurados.
  5. Un comentario extenso que infrinja las normas arriba mencionadas en una parte del mismo pero que aporte además otras ideas interesantes o pertinentes al debate será borrado en su totalidad. En ese caso se anima al comentarista a hacer la edición que crea más conveniente.
  6. Eventualmente se pueden añadir más artículos a este código de etiqueta, de los cuales serán Vds. avisados en los posts y comentarios, y se consignarán, por completitud, aquí.




La inobservancia de estas normas llevará a que algunos comentarios puedan ser borrados sin previo aviso por el propietario de este blog. Si el comportamiento que originó esta censura persiste se marcarán los comentarios como spam para que el gestor de spam los censure automáticamente (aunque esto no es muy eficaz si el comentarista díscolo va mudando de nick y de IP). Si la situación se hace incontrolable, se cerrarán los comentarios del blog, siendo posible comentar sólo tras registrarse.




Salu2,
AMT

Apostilla del 23 de Diciembre de 2012:

He pasado varios días bastante alejado del blog.

El viernes me comunicaron que, aprovechando un resquicio legal, no podremos prorrogar el contrato a cuatro miembros de mi equipo como estaba previsto y a pesar de tener el dinero; el 1 de Enero se van a la calle. Evidentemente todo se ha hecho con cierta premeditación y mala fe (iniciamos el procedimiento de prórroga, hasta ahora bastante automático, hará cosa de un mes). En mi centro echan por lo menos a tres personas más aprovechando otros problemas.


Desde el viernes mi atención ha estado centrada en este problema concreto, sin poder mirar el blog, y también he dedicado un poco más de tiempo a mi familia y a descansar un poco (tengo una otitis que me está haciendo polvo).

Lo que ha pasado con los comentarios del último post demuestra que no vamos por buen camino. Éste no es un foro para disputas personales o absurdas acusaciones lanzadas por dementes, sino para discusiones pertinentes a la gravedad del tema del que se trata aquí.

La plataforma que uso, Blogger, sólo sirve para hacer blogs, y no para hacer foros, como algunos me piden. Además, yo no puedo multiplicarme más. No doy más de mi. Intento mantener unidas algunas cosas tanto tiempo como sea posible (que sé que no será mucho) para dar a la gente tiempo para prepararse. Los que aquí discuten como lo hacen no sé sinceramente en qué piensan, pero desde luego sé que no ayudan.

Yo creo que las discusiones de los comentarios son valiosas, y por eso los he mantenido abiertos hasta ahora, pero con el volumen de comentarios actual yo no puedo dedicarme a censurar las salidas extemporáneas. Ya no haría otra cosa. No es yo consienta tales desvaríos, es que no tengo suficiente tiempo como para oponerme (y a los que me acusan de connivencia les agradecería que se pusieran en mi lugar, levantándose a las 5:30 y yéndose a dormir pasada la medianoche por ejemplo).

Por tanto, de momento voy a mantener la sección de comentarios abierta; pero tan pronto como observe una nueva escalada verbal como la de los últimos post restringiré los comentarios a usuarios registrados. Y si el problema persiste, cerraré por completo la sección de comentarios.

Salu2,
AMT 


Apostilla del 18 de Enero de 2012:

Debido a la actitud obsesiva de un desequilibrado, me veo obligado a establecer un sistema de moderación previa de los comentarios. Eso hará que su flujo normal sea más lento. Se intentará volver a la situación anterior tan pronto como sea posible. 


viernes, 8 de julio de 2011

Las mujeres y el Peak Oil

Queridos lectores,

Quería escribir el epílogo a la serie inicial "Por qué los X no entienden el Oil Crash", pero la última discusión entre Kuznacti y Fulcanelli ha traído a colación un tema del cual hace tiempo que quería hablar: cuál es el papel de las mujeres en el contexto del Peak Oil. Pregunta deliberadamente ambigua, puesto que este papel es diferente según el sentido que se le quiera dar a la misma: cuál es su papel de las mujeres en las discusiones sobre el Peak Oil y cuál es su papel en la adaptación al Peak Oil. Como veremos, la implicación de las mujeres puede ser muy diferente si preguntamos una u otra cosa. Este post que ahora comienzo a escribir podría también titularse "Por qué las mujeres SÍ que entienden el Peak Oil (pero no ven ningún sentido en hablar de él)", y quedaría por tanto integrado en la serie que aún quiero concluir.

Primero, una advertencia fundamental aunque evidente. Yo no tengo unos conocimientos especialmente adecuados para hacer el análisis sociológico que viene a continuación. Lo que sigue es una impresión personal, completamente subjetiva, forjada con mi experiencia del día a día y mis 41 años en las filas de la Humanidad. Por tanto, lo que viene a continuación debe tomarse como lo que es, una reflexión personal que, espero, le pueda ser de utilidad a alguien, a pesar de sus incorrecciones y falta de generalidad. Por demás, por abuso de lenguaje hablaré de "mujeres" y "hombres" aunque en realidad me refiero a los comportamientos más comúnmente observados, sin que ello sea óbice para que los individuos concretos puedan tener comportamientos específicos bien diferenciados de lo que voy a describir.

En el tiempo que llevo hablando sobre Peak Oil (unos 11 años, la mayoría de los cuales comentándolo sólo entre familiares y amigos) he observado un patrón muy diferente de reacción entre los hombres y entre las mujeres. Los hombres suelen reaccionar siguiendo los patrones que hemos descrito en el post "Por qué los ciudadanos no entienden el Oil Crash", y eventualmente llegan a la aceptación de los hechos y a la militancia en el bando peakoiler. Las mujeres, por el contrario, suelen asentir y callar; quizá planteen alguna duda genérica pero después engloban el problema en un contexto más general y suelen terminar la conversación con "y qué quieres que nosotros hagamos". Al ser yo hombre, aunque ya con algunos años a la espalda, no domino el código de las mujeres, pero sé lo suficiente de él como para entender que empecinarse en intentar discutir con ellas llegado a ese punto sólo lleva a la crispación (mi mujer hubo un tiempo que me vetó sacar el tema en casa, de tan pesadito que me había llegado a poner yo en la época en la que iba descubriendo cada vez más datos, a cual más descorazonador). Un análisis somero de esta reacción la podría tomar por la típica fase de negación de Kübler-Ross, cuando a mi parecer indica una aceptación rápida y consecuente frustración por la inseguridad instalada que da un mundo con Peak Oil. Aquí viene la primera parte de la cuestión que planteaba arriba: por qué las mujeres no participan en las discusiones sobre el análisis del Peak Oil. Y la explicación es fácil: porque no les hace falta, porque ya entienden plenamente el problema. A una mente masculina la anterior afirmación le puede resultar muy chocante. A un hombre le puede llevar semanas, meses, años... entender el problema del Peak Oil, cerciorarse de todos y cada uno de los detalles. Por tanto, no puede ser que una mujer con una descripción somera del problema tenga bastante para convencerse. Desde el punto de vista de un hombre tal convencimiento, aunque sea factualmente correcto, es lógicamente inconsistente, pues no se basa en una deducción lógica dado que la fémina no ha estudiado los datos (por cierto que éste problema es general, no específico del Peak Oil, y es lo que motiva que algunos hombres desdeñen a las mujeres por su percibida inferior capacidad de raciocinio). Pero es que eso tiene mucho que ver con la diferencia en la estructura del razonamiento entre hombres y mujeres.


Se suele decir que la mente masculina es analítica en tanto que la femenina es sintética. Analizar un problema significa, literalmente, descomponerlo en sus partes más pequeñas, las cuales son más simples y pueden ser más fácilmente comprendidas. Por contraste, un enfoque sintético de un problema (nuestro masculino lenguaje no deja la posibilidad de decir lo mismo con la expresión "sintetizar un problema", que significa algo diferente) consiste en ver el problema como un todo, con todas sus interacciones, y a partir de la comprensión del global ir explicando sus aspectos locales. El enfoque masculino sería, por tanto, de abajo a arriba, en tanto que el femenino sería de arriba a abajo. Las razones de estas diferencias innatas en la manera de pensar pueden ser debidas a la diferente especialización en tareas de los humanos primitivos, al decir de algunos antropólogos; yo no lo sé, pero sí sé que esta explicación describe con cierta aproximación lo que yo observo cada día. Cada uno de estos dos enfoques tiene sus ventajas y sus inconvenientes. El enfoque analítico tiene la ventaja del rigor: cuando se comprueba algo, las conclusiones son limpias, lógicas, inexorables; y tiene la desventaja de la lentitud y la incapacidad de dar una respuesta hasta que el problema está plenamente analizado, con el agravante de que si el problema es imposible de analizar en algún aspecto no se producirá ninguna respuesta. El enfoque sintético tiene la ventaja de la rapidez: aún cuando la respuesta es aproximada se tiene una buena idea de qué está pasando y cómo reaccionar delante de ello en poco tiempo; y tiene la desventaja de que puedan confundirse causas con efectos, o incluir causas espurias (como por ejemplo con el pensamiento mágico). De alguna manera, el pensamiento analítico es la reflexión en tanto que el sintético es el pragmatismo; para los amantes de la Física el pensamiento analítico sería la Mecánica Estadística mientras que el sintético sería la Termodinámica. Todos nosotros, hombres y mujeres, usamos los dos tipos de pensamiento en nuestro día a día: simplificando mucho, somos analíticos en el trabajo y sintéticos en el manejo de las situaciones cotidianas (por ejemplo, necesito separar cada entrada en un libro de contabilidad de manera precisa pero no necesito integrar la ecuación de movimiento de un coche para evitar ser atropellado al cruzar la calle). Pero hay un cierto sesgo de sexo en la preferencia de uso de ese tipo de pensamiento, el analítico por los hombres y el sintético por las mujeres. Antes de continuar, quisiera hacer un apunte -reflexión aún más personal- referente al pensamiento sintético en Ciencia: habiendo sido históricamente la Ciencia una actividad eminentemente masculina se le confiere a la misma un carácter fundamentalmente analítico, el cual es ciertamente imprescindible para alcanzar el rigor que se precisa, por ejemplo, cuando se derivan consecuencias de las grandes leyes de la Física. Sin embargo, es pensamiento sintético es también fundamental, porque así como el pensamiento analítico es fundamentalmente deductivo (partiendo de unos postulados se deduce todo lo que va a pasar) el pensamiento sintético es fundamentalmente inductivo (a partir de los casos particulares uno se imagina cuál debe ser la regla general que los explica). Acaso la razón por la cual la Ciencia ya no progresa a la misma velocidad que antes sea por exceso de análisis y falta de síntesis. Y que las mujeres no abunden en determinados campos científicos no ayuda demasiado a superar este problema.


Así pues, mientras a los hombres les puede llevar muchos meses entender y aceptar el Peak Oil, a las mujeres, que tienen una visión sintética del mundo, que ven lo que pasa cada día en la calle y se fijan en los detalles, hablan con otras personas y escuchan sus testimonios, saben lo que les cuesta la cesta de la compra y se fijan en cuánto les cobran por el café o cuántas tiendas han cerrado en el barrio y si viajan ven qué habas se cuecen en otras partes, saben, antes de que nadie les diga nada, que está pasando algo mucho más profundo de lo que el establishment social (mayoritariamente masculino) les cuenta. Y en ese contexto, cuando alguien les da una explicación coherente, con cuatro datos bien argumentados que se les dé son capaces de conectar todos los puntos que ya tenían y ver el cuadro global. Profundizar en los datos, en los análisis, es para ellas una pérdida de tiempo, porque comprenden que no es demasiado importante si la producción de petróleo empezó a declinar en Julio de 2008 o si todavía puede aumentar un poco, infinitesimalmente; saben que de manera práctica el resultado es el mismo y tienen razón. Así que ese empeño masculino en analizar y analizar y visitar mil veces los datos -de lo que también peca este blog- lo ven como una recreación morbosa e inútil en nuestra desgracia. Por eso no esperen ver masas de mujeres leyendo un blog como éste: una mujer típica vendrá, leerá los cuatro o cinco posts principales y tendrá bastante. Como mucho, se me dirigirá para pedirme soluciones (espíritu pragmático) y como yo tampoco se las daré perderán el interés por el blog. Sólo algunas mujeres que comprenden cómo los hombres nos atascamos con los detalles estúpidos e insignificantes vendrá aquí quizá a buscar información concreta para desatorar a un amigo apreciado pero empecinado o bien para ofrecernos su visión sintética e instarnos a dejar de hacer el canelo persiguiendo nuestra propia cola. Pero como su mensaje no será analítico será mayormente ignorado por la masculina masa de seguidores de este blog.


¿Es criticable esta actitud por parte las mujeres? Yo creo que en realidad, delante de un problema complejo que requiere una visión holística como es el Peak Oil, su punto de vista es el más acertado, y el nuestro, el de los hombres que como Sísifo levantamos una vez más la roca de nuestros pesados argumentos pendiente arriba, es esencialmente erróneo. Sobre todo si, como parece, el tiempo de la reflexión ya está pasado y hace falta pasar a la acción (el lema de nuestra asociación, el Oil Crash Observatory, es "La urgente necesidad de cobrar consciencia"). Pero aquí seguimos, discutiendo si es urgente o si no lo es, si son galgos o son podencos.


¿Qué quieren las mujeres? Que pasemos a la acción. Las mujeres más concienciadas que conozco están  buscando incrementar su resiliencia, comenzando huertos y buscando información práctica sobre oficios, cómo conseguir agua, medicina natural, etc. En suma, están dando una respuesta cabal a la segunda interpretación de la pregunta que hacía yo arriba. ¿Y qué estamos haciendo nosotros? Nos creemos que van por detrás y en realidad nos llevan la delantera.

Para acabar, quería dejar una reseña a un excelente blog sobre Peak Oil, Cambio Climático y resiliencia escrito por una admirable mujer, Sharon Astyk. Su blog se llama "Casaubon's book" y hay un post en él especialmente pertinente para esta discusión: "El Peak Oil es todavía un problema de las mujeres y otras reflexiones sobre el sexo, el género y la Larga Emergencia" (quien no sepa qué es la Larga Emergencia puede consultar este enlace).

Salu2,
AMT


P. Data: Este post está dedicado a mi mujer y a mis amigas y compañeras, las cuales se sentirán probablemente identificadas.